UN PAÍS SIN DISEÑO

En 32 años, el peronismo fue derrotado en dos ocasiones. El primero fue Raul Alfonsín, que lo venció en 1983 porque se mostró como el candidato presidencial de la renovación política y porque convenció a la sociedad de la existencia de un pacto en ciernes: el que los principales dirigentes del peronismo estaban pergeñando para no llevar a fondo los juicios contra los represores de la dictadura militar que entregaba el poder. Alfonsín, dueño de un liderazgo político que amenazó durante algún tiempo con reducir al peronismo a un lugar secundario, terminó desgastado y facilitando con su debacle el retorno peronista al gobierno en las manos de Carlos Menem.

La segunda derrota del peronismo fue en 1999 con el surgimiento de la Alianza. La decadencia del menemismo, por efecto de la recesión económica y las denuncias de corrupción, aceitó la llegada al poder de la construcción armada por Alfonsín y el peronista disidente Carlos Chacho Alvarez, que permitió la llegada de Fernando De la Rúa a la Casa Rosada. En este caso, la explosión interna del pacto gobernante y los errores de gestión facilitaron el regreso del peronismo en apenas dos años. Eduardo Duhalde fue presidente elegido por una asamblea parlamentaria y Néstor Kirchner lo sucedió en 2003, después de una elección en la que terminó segundo detrás de Menem con el 22% de los votos. El abandono del riojano en el ballotage permitió el arranque del kirchnerismo, que con Cristina se encamina a completar doce años en el poder.

Todo esto viene a cuento porque hoy se presenta en sociedad el proyecto del espacio UNEN, que intentará llegar a la Casa Rosada venciendo al peronismo e integrando los esfuerzos del Partido Socialista, la UCR y otros aliados menores pero importantes. Antes de arrancar, los socios de UNEN ya están enfrascados en una intensa discusión sobre si es posible o no ampliar la alianza al PRO de Mauricio Macri. El problema es que el furor del debate parece restarle tiempo y elaboración a la construcción necesaria de un proyecto de país y de un plan de gobernabilidad.

Ese es el riesgo para UNEN, pero también para Macri, para Daniel Scioli, para Sergio Massa y para todos aquellos que se proponen conducir nuestros destinos más allá de 2015. Consumirse en llegar sin saber bien qué hacer una vez en el poder. Por eso son importantes todas las iniciativas destinadas a movilizar a los dirigentes en pos de un país víable como las que ayer puso en marcha el Foro de Convergencia, donde confluyen distintos sectores empresarios. Y por eso, El Cronista impulsa el proyecto Ideas 2015-2020 para promover el debate sobre la Argentina del mediano plazo. En su magnífica columna de hoy, Beatriz Sarlo le dedica su pluma comprometida y provocadora al futuro del Estado. Su energía, su claridad y su honestidad intelectual deberían inspirarnos para confluir, desde cada espacio y desde cada ideología, en el diseño de las políticas de gobierno indispensables que todavía nos debemos.