La fractura que dejó en el propio oficialismo el debate por el Código Civil y Comercial tiene que ver con posiciones ideológicas contradictorias sobre temas espinosos
pero, sobre todo, con cambios drásticos en el mapa del poder político argentino.
Sin dudas, la entronización de Jorge Bergoglio modificó las dinámicas de la política. Apareció un actor poderoso y distante influyendo en las decisiones del Ejecutivo nacional y del Congreso. Los cambios radicales que el oficialismo
debió hacerle al futuro Código tienen que ver con el caudal de poder que la Iglesia recuperó gracias al papa Francisco.
El arribo de Jorge Capitanich a la Jefatura de Gabinete implica también una nueva etapa para el Gobierno. El chaqueño llegó para ejercer todas las facultades que le da la Constitución al cargo e imponer su propia impronta. Se
trata de un hombre con buena relación con los gobernadores peronistas y el empresariado en general, es decir, con los dos sectores más influyentes por tradición e historia. Pero también tiene buena relación con la Iglesia y es un activo militante “pro-vida”, es decir antiabortista, por lo que se descuenta que su mano tuvo que ver con los cambios hechos al Código Civil, de un día para otro, respecto al comienzo de la existencia humana
para readecuar a la visión católica la postura progresista que tenía el texto redactado por prestigiosos jurisconsultos.
En este esquema, el kirchnerismo rediseña el reparto de poder interno y suma un nuevo actor: el gobernador de Santiago, Gerardo Zamora.
El radical K le dejará el cargo a su esposa, imposibilitado de ser re-reelegido (se descuenta que su partido ganará los comicios) y asumirá como senador. Iba como suplente en la lista de octubre. Zamora ya avisó que no será un senador más y peleará por un cargo de importancia en el Senado. ¿La jefatura de bloque?
Esta es una posibilidad y explicaría por qué Miguel Pichetto, que lleva 10 años conduciendo la bancada, decidió exponer las contradicciones del oficialismo cuando dijo que iba a votar el Código sólo por obediencia política y compromiso partidario.
También Juliana Di Tullio pelea por su continuidad como jefa del bloque de diputados K, aunque con menos armas. Quedó enfrentada a otro católico con poder ascendente, Julián Domínguez, el presidente de la Cámara Baja, por los cambios al Código Civil negociados con la Iglesia.
Su reemplazante sería el salteño Pablo Kosiner (actual vice) o algún chaqueño vinculado a Capitanich. El miércoles por la noche, cuando
Di Tullio debía cerrar el debate sobre la Ley de Responsabilidad Civil del Estado, dejó a
Kosiner el centro de la escena. Un gesto demasiado claro.