POR GABRIELA POUSA
La crisis de la deuda y la cesación de pagos parcial en la cual ingresó la Argentina ha disparado dos clases de interrogantes. A los empresarios y los agentes del sector financiero los desvela cuán prolongado será el default. Al ciudadano común sólo le preocupa si esta situación afectará su bolsillo y sus perspectivas en el mercado laboral más que lo habitual en los últimos meses signados por una creciente inflación con estancamiento económico.Los operadores del mercado bursátil argentino todavía parecerían apostar a un default "corto", al que se alcanzaría una solución con la ayuda de bancos extranjeros que podrían comprar los bonosen manos de los fondos buitre beneficiados por la justicia de los Estados Unidos. Sin embargo, la dureza de los mensajes de la presidenta Cristina Kirchner y del ministro Axel Kicillof siembran serias dudas acerca de la real voluntad del Gobierno para superar la crisis recurriendo a sectores a los que el relato oficial ha tendido a demonizar.
En el análisis que hacen los hombres de negocios sobresale el dato de que el Estado nacional tiene vencimientos de deuda por alrededor de 17.000 millones de dólares para lo que resta del actual mandato presidencial, mientras que las reservas netas del Banco Central, descontando los encajes de los depósitos en moneda extranjera, rondan los 22.000 millones de dólares.
Un default prolongado dejaría al Banco Central como única fuente de abastecimiento de divisas para todos aquellos que tienen obligaciones en el exterio
"Una resolución favorable de la disputa con los fondos buitre habría despejado el camino para renovar esos vencimientos de deuda a tasas de un dígito anual. En cambio, la falta de arreglo, si se extiende por varios meses, bloquearía ese acceso", señala el economista de FIEL Daniel Artana.De acuerdo con su razonamiento, un default prolongado dejaría al Banco Central como única fuente de abastecimiento de divisas para todos aquellos que tienen obligaciones en el exterior y, en tal contexto, sería de esperar que la autoridad monetaria endurezca el control de cambios, lo cual le restaría volumen a la actividad económica, al tiempo que aceleraría la tasa de inflación, en la medida que una brecha cambiaria más ancha entre el dólar oficial y el paralelo termine contaminando los precios domésticos.
"La amenaza concreta y palpable de una afectación a la situación económica personal y general de los argentinos encendió alertas en la opinión pública", sostuvo Mariel Fornoni
La directora de la consultora Management & Fit, Mariel Fornoni, considera en diálogo con LA NACION que "si bien las primeras posiciones oficiales frente a los buitres, con cierta épica, despertaron cierta simpatía en la sociedad, la amenaza concreta y palpable de una afectación a la situación económica personal y general de los argentinos encendió alertas en la opinión pública".Un reciente sondeo de esta empresa, realizado desde el 23 hasta el 29 de julio -esto es, un día antes de que se declare la cesación de pagos- entre 1054 ciudadanos de todo el país mediante encuestas telefónicas y presenciales, arrojó que el 44,2% de los consultados responsabilizaba al gobierno de Cristina Kirchner ante una posible caída en default, en tanto que el 60,1% calificó de manera negativa el manejo del conflicto por parte de las autoridades nacionales. El 38% pronosticó que un default profundizaría la inflación; el 23%, una mayor recesión y el 16%, más tensión cambiaria.
Otra encuesta, realizada por el Centro de Opinión Pública de la Universidad de Belgrano (Copub) entre el 22 y el 28 de julio entre 600 personas de la ciudad de Buenos Aires, aporta un dato no menor: para el 73% de los consultados, si el problema de la deuda no se arregla, afectará la calidad de vida de los argentinos. Sólo el 18% considera que no la afectará. No obstante, el 48% se muestra de acuerdo con el modo en que el gobierno kirchnerista se maneja con los fondos buitre, contra el 32% que se declara en desacuerdo y el 20% que no sabe o no responde.
Para el analista de opinión pública Jorge Giacobbe, la cuestión del default "no es por el momento un tema de conversación de la gente común". Consultado por LA NACION, juzgó que "la ciudadanía está convencida de que esto no será para mejor, pero no tiene claro en qué la puede afectar". Tras explicar que la Argentina es "un país de sobrevivientes", que han pasado por devaluaciones, quiebras, estallidos inflacionarios y alto desempleo en distintas épocas, concluyó que "es difícil que los argentinos se asusten más"..
GA
