Iván Petrella es el mayor de dos hermanos. Criado entre Nueva York y Roma, porque su padre era diplomático -Fernando Petrella llegó a ser vicecanciller en tiempos de Carlos Menem y embajador ante la ONU-, tenía trabajo asegurado por el resto de su vida en la Universidad de Miami. Pero en 2002 decidió volver a la Argentina, con un puesto que se evaporó en medio de la crisis que sacudía al país por entonces. Igual se quedó.Le entusiasma retomar el concepto de "teología de la liberación", pero no con los cánones setentistas, sino para darle "posibilidades democráticas a la gente más humilde y desarrollar un poder en contra del clientelismo".
De ese tema, precisamente, tratará su cuarto libro, que estima tener listo dentro de un año y medio.Pero no se olvida de la política. "Hace dos años tuve el privilegio de estar en la lista de diputados de Federico Pinedo", recuerda y reconoce que "el trabajo legislativo me parece muy interesante". Para Petrella, "el peor error de esta última década sería la chavización de nuestra línea política económica". Considera que "la meta de todo dirigente debe ser hacer de la Argentina uno de los mejores países del mundo".
UN FUTURO POSIBLE, SEGÚN PETRELLA
¿Qué cosas deberían suceder para que en el poder político haya un cambio de signo?
No hay cambio posible en la Argentina si no lo hay antes en la clase política. Mientras sigamos gobernados por los sospechosos de siempre, que van cambiando de ideología sólo para retener el poder, no hay salida. Por eso el electorado también tiene que apostar a gente distinta, que entienda la política de otra manera. No hay soluciones mágicas. No habrá cambios a menos que venga otra gente que ocupe el Estado y que tenga interés en el bienestar general de la población.Estoy convencido de que el ejemplo viene de arriba. Claramente, el año 2001 fue un quiebre en la política argentina, pero de ahí en más, en vez de consolidar una cultura democrática de respeto al debate y a las reglas, hemos hecho todo lo contrario. Pero si uno tiene gente de gobierno que se muestra ejemplar y hace cumplir las reglas, eso se contagia a la ciudadanía. El futuro se construye todos los días, dice el cliché. Si hablamos en términos politicos, el futuro va a ser de aquella fuerza y de los dirigentes que no sean sólo oposición, sino que sepan construir una alternativa real. Al respecto, no soy tan pesimista..