UBERABA, Brasil – El mecánico Alfredo Moser cuenta que una vez conoció al famosolíder espiritista Chico Xavier en una calle de la ciudad de Uberaba, en el estado brasileño de Minas Gerais.
Hablaron un poco y, al despedirse, Xavier le puso la mano en la cabeza a Moser y le dijo: “Tú tienes luz en tu vida, pero esa luz no será solo tuya. Pertenecerá a la gente”.
Profecía o no, el hecho es que años más tarde Moser se hizo famoso por inventar una lámpara diurna.
Conocida como la Lámpara Moser, esta invención utiliza materiales reciclados y no necesita electricidad para funcionar. Gracias a su bajo costo, esta lámpara brasileña lleva luz a miles de familias de bajos recursos en todo el mundo.
La idea es muy simple: llenar una botella plástica de dos litros con agua y fijarla al techo, de forma tal que parte de ella reciba luz del sol.
La luz solar refractada equivale a una lamparilla de entre 40 y 60 W, aun cuando llueve.
“Añadimos dos tapas de lejía para que el agua no se ensucie o cambie de color. Siempre debe estar limpia”, dijo Moser, de 60 años. “También colocamos un tubo negro de plástico o algo similar en la tapa para que el sol no la dañe”.
Otro consejo del inventor es usar colores claros al pintar las paredes, para lograr una mejor reflexión de la luz.
A Moser se le ocurrió la idea a principios de la década de 2000 mientras buscaba una solución para ahorrar energía y no verse perjudicado por los apagones en Brasil. Moser recordó una conversación que había tenido con compañeros de trabajo cuando un avión se estrelló en el Amazonas en la década de 1970.
“Nos preguntamos cómo podríamos sobrevivir en la selva sin siquiera un fósforo”, recordó. “Quien en ese momento era mi jefe me dijo que si se pone agua en un frasco transparente, la luz reflejada del sol puede usarse para encender una fogata con una pila de pasto seco o papel”.
Moser aplicó este principio a su invención y encontró una solución para iluminar su hogar y oficina durante los apagones diurnos. Poco tiempo después, el propietario de una pizzería cercana también adoptó la idea.
“Le preocupaba que los clientes se sintieran incómodos con las botellas de plástico colgadas del techo, pero les gustó”, dice Moser.
Las noticias de la invención se difundieron en la ciudad y Moser fue entrevistado en un canal local. Luego fue invitado a instalar 24 lámparas en el Parque Ecológico Chico Mendes, una superficie de 61.600 m² en São Paulo.
En 2011, las lámparas se internacionalizaron al ser adoptadas por MyShelter, una fundación filipina que se especializa en construcciones alternativas. Según el sitio web de MyShelter, 20 millones de personas en ese país carecen de electricidad.
La campaña fue denominada “Un litro de luz” y sobrepasó la marca de 120.000 residencias en Filipinas en mayo pasado. La fundación también llevó la invención a decenas de otros países, como Perú, Colombia, India, Indonesia, Bangladesh y Camboya. El objetivo es alcanzar un millón de hogares en todo el mundo para fines de 2015.
“El gobierno [brasileño] debería hacer una inversión y generar una mayor conciencia sobre esta invención”, dijo Ademar Bernardes Júnior, de 47 años, que instaló 20 Lámparas Moser en su supermercado en Uberaba. “Este mecanismo podría implicar enormes beneficios para el país en lo relacionado con la protección del medioambiente y la conservación de electricidad”.
Debido a que Moser nunca patentó el producto, no ha recibido ninguna compensación por su invento.
