Malvinas hoy
automáticamente en un franco tirador, en un extremista, en un xenófobo nacionalista que no comprende al mundo, que no visualiza la necesaria integración, que desconoce la globalización en sus alcances planetarios, en sus dicterios, en sus normas de convivencia. Estamos como Irak, Afganistán, Malí, Libia, Cuba, Panamá en su momento, Granada en el suyo que no entendieron los consejos de rendirse a la lógica de los poderosos del mundo, a la siempre temible hegemonía de los imperios que no sólo amenazan sino que cumplen en disciplinar a los países díscolos. Para que pelear entonces, plantean muchos argentinos si siempre será así. No lo entendieron así ni Hipólito Yrigoyen, ni Manuel Ugarte, ni Juan Domingo Perón, ni Raúl Scalabrini Ortiz, ni Arturo Jauretche, ni John William Cooke, ni Jorge Abelardo Ramos por sólo nombrar algunos de nuestros tantos patriotas que defendieron el interés nacional. Mucho menos lo entendieron así nuestros hombres y mujeres en Malvinas luchando por la causa nacional y dando su vida, acompañados por miles y miles de compatriotas que no le dieron la espalda a ese ejemplo de compromiso nacional.
Malvinas y el “paraguas” diplomático
Una cuestión que nunca se aclaró lo suficiente es porqué no hubo declaración de guerra en el llamado Conflicto de Atlántico Sur y una de las explicaciones que circuló es porque de esa manera se impedía el reclamo de las reparaciones de guerra que el vencedor tiene sobre el vencido en las condiciones de rendición. Otra, tal vez sea la subordinación mental de nuestros generales que nunca, a pesar del ataque y la invasión más que centenaria, nunca quisieron ofender a sus “modelos a imitar del norte”, pues, como nunca imaginaron tener una guerra, siempre creyeron y esperaron, a pesar del General Haig, que la solución sería diplomática.
Si es así, nos salió más caro por la acumulación de intereses que debimos oblar en ese sentido, al reinicio de la democracia limitada por el Consenso de Washington, que al exigir políticas de estado mercadistas en lo económico, impuso condiciones de desarticulación tecnológico-industrial que nuestro país tenía como avanzada en Latinoamérica, con la autoridad que les brindaba el haber vencido en la guerra.
Así fue desmantelado el Proyecto Cóndor, joya misilística argentina diseñado y producido por la Fuerza Aérea Argentina en colaboración con los Institutos de Investigación de nuestro país entre ellos el INVAP, de Río Negro empresa de “investigación aplicada” de ley provincial, ejemplo de desarrollo científico-tecnológico hasta nuestros días. También el Plan Nuclear Argentino fue entregado al desguace como botín de guerra pero presentado como la entrada al primer mundo, en una de las falacias mayores de la historia política argentina, que siguió luego con las relaciones carnales y los ositos de la cancillería argentina a los kelpers. Una verdadera claudicación presentada como un logro de la real política de la modernización e integración a la globalización. La Constitución Nacional llama a eso traición a la Patria.
El Paraguas Diplomático generado por esa administración de los 90, significaba en la práctica que las relaciones con el RU se normalizaban, porque el tema soberanía quedaba debajo de la alfombra roja de los cócteles y agasajos entre las embajadas y negociaciones comerciales, como forma según explicaban entonces que pudiésemos integrarnos al mundo desarrollado sin escollos molestos, como el reclamo de soberanía en Malvinas. Eso para el Reino Unido era más valioso que la rendición por escrito, que de última es un acto de guerra, de dignidad, de presencia, de identidad como Hirohito en la segunda guerra rindiendo a Japón en el portaviones estadounidense, ante la presencia del general Douglas MacArthur, a las 16 horas, en pleno día, en kimono símbolo de identidad y entregando el sable samurai, frente a su pueblo y asumiendo responsabilidad ante la historia.
Así como fueron escondidos y ocultados nuestros héroes de guerra al volver del frente de batalla, fue ocultado al pueblo un acto de sumisión y subordinación histórica protagonizado por un gobierno surgido de la voluntad popular y traficado ideológicamente en su desarrollo, como lo fue el de Carlos Saúl Menem en la década de 1990. No se animó o no quiso asumir la responsabilidad histórica de plantear al pueblo las exigencias del imperio, se negó a generar una verdadera toma de conciencia popular de los dictados imperiales, que seguramente son rechazados por la mayoría del pueblo argentino. Inventó la huida hacia delante de la entrada triunfal al nuevo mundo y la seducción como arma política frente a los ingleses y kelpers con un resultado a todas vistas que nos distanció en lo internacional y nos adormeció en lo interno en los niveles de conciencia de la problemática colonizante, en el seno de la población.
Nos fuimos olvidando, mientras nuestros jóvenes ex combatientes se suicidaban después de haber combatido, frente a la marginación y el desprecio, la falta de reconocimiento y de estima nacional, la no contención emocional del hombre que tuvo que matar y no puede con su conciencia, el no hallarse en una comunidad frívola y ajena a su drama interior, al tener que rehacer su vida en condiciones que nunca hubiese pensado y encima de todo, observando la pleitesía desplegada a Su Majestad Británica en discursos y actos de gobierno, de su gobierno nacional, por el cual puso en juego su vida y otros la ofrendaron. Una segunda guerra, pero esta individual o gregaria en los Centros de Ex Combatientes, silenciosa, interior, salvaje, llena de fantasmas, sin enemigo a la vista, pero con el desprecio rondando las acciones políticas, que intentan repararse con dinero y pensiones, pero que contienen una dosis de abandono personal que mella las personalidades mas vulnerables, de esa épica patriótica que fue Malvinas.
Pero no sólo del estado nacional se produjo un abandono de la causa Malvinas, también la clase dirigente argentina aportó lo suyo en ese sendero de abrir negociaciones con los ingleses bajo el paraguas diplomático. Les fue útil a aquellos espíritus ideológicamente cercanos a los socialdemócratas, llamados “progresistas” que participaron en Londres, en los seminarios de Anthony Guidens el autor de una cosmética del capitalismo salvaje (rescatada del pensamiento de John Maynard Keynes), tomado como panacea por los políticos que quieren conservar una dosis de solidaridad, pero siendo “políticamente correcto”, sin romper, sin pelear, sin insubordinarse al poder, llamada “La Tercera Vía”, asesor y consejero del laborista Anthony “Tony” Blair, primer ministro laborista que cerró dicho encuentro, mientras combatían sus tropas británicas en Irak y Afganistán, en nombre de la democracia y la libertad de los pueblos, siendo responsables de cientos de miles de muertos civiles, en el marco de una anomia internacional ante el genocidio, amparada por los políticos serios del mundo, entre ellos argentinos partícipes del desarrollo de un ese nuevo pensamiento imperial, una lavada de cara al sistema financiero, denunciado hasta por el Papa actual, no precisamente progresista, y que ya había sido mostrado al mundo por Juan Pablo ll en sus innumerables giras, donde no pudo dejar de constatar la miseria y el hambre que dichas conductas internacionales, verdaderas imposiciones económicas, de los dueños del mundo originan en los países periféricos. Ese congreso de Londres donde fueron peronistas, radicales, conservadores de toda laya, hombres de negocios a escuchar los gurúes de los nuevos tiempos, habrán tenido tiempo de reflexionar sobre sus conductas, ya que no plantearon ni en los pasillos del café, ni en la vereda, el tema Malvinas como reivindicación nacional, no hicieron oír su voz frente a otros representantes del mundo allí reunidos, no fueron capaces como argentinos de hacer una presentación por escrito que una nueva vía implica la desaparición de las colonias en el Siglo XXl. Nada de esto fue planteado en un marco de amabilidad extrema, de buenas formas, de análisis hipócritas sobre el mundo , el hambre y sus consecuencias, las formas de abordar los temas desde la supuesta moral de la dádiva, más que desde la solidaridad. Esos políticos argentinos son la expresión de muchos compatriotas que prefieren ignorar para no sufrir, antes que asumir las consecuencias de conductas dignas y soberanas que tengan que ver con el interés nacional. Si “el gaucho” Antonio Rivero nos estuviese viendo, no estaría orgulloso de su descendencia, que no enarbola su lucha por la libertad, en soledad, sin apoyo, sin aplausos, sólo por su conciencia nacional una lucha perdida de antemano pero que constituyó un hito de soberanía.
Malvinas y una historia de confrontaciones
Fue a partir de un diseño imperial del tipo “dominación económica” que la Gran Bretaña se planteó con los nuevos estados americanos su relación, luego del fracaso de ambas invasiones militares a Buenos Aires. El convencimiento de la cancillería británica que fue rotando sus relaciones, primero en los inicios del siglo aliados con el reino español invadido por Francia, después de haber vencido a su flota en Trafalgar en 1805, desde la tercera coalición, junto a Rusia y Austria entre otros, para derrotar a Napoleón Bonaparte en esos momentos aliado a España. La invasión de la península ibérica cambió el mapa y los ingleses lucharon junto a los españoles en su recuperación, para luego decidir su política de expansión junto a los portugueses sobre territorio americano.
Pudieron incidir sobre la balcanización de los pueblos latinoamericanos, pudieron derrotar con la complicidad porteña las ideas continentalistas y republicanas de José Gervasio de Artigas, secesionando la Banda Oriental de su pertenencia al Río de la Plata; “me quedé sin Patria”, exclamó Artigas, desde el exilio en el Paraguay años después al declarase la independencia del Uruguay, con la complicidad de Bernardino Rivadavia y los caracterizados porteños, de espaldas al país interior, cuidando la Aduana. Nos endeudaron desde entonces, pero igual insistieron y quisieron los británicos dividir el país con la llamada república mesopotámica, junto ahora a la flota francesa en noviembre de 1845 con el discurso de la “libre navegabilidad de los ríos interiores”, parecido al “libre comercio” que ellos nunca practicaron para su potencia imperial. En esos momentos, esa flota era como si hoy la OTAN (Organización del Tratado de Ejército Norte) (Organización del tratado del Atlántico Norte) nos atacara, sin embargo muchos argentinos exiliados en el Uruguay por el gobierno de Juan Manuel de Rosas, se subieron a los barcos para colaborar con las fuerzas imperiales. Rosas sabía que no los podía vencer por las armas, pero que los podía deteriorar en sus intenciones y le fijó al General Mansilla la orden de hostigar la flota. Lo hicieron con múltiples escaramuzas y las batalla épicas de Obligado a la ida con las cadenas sobre el río Paraná y del Quebracho a la vuelta de la ya maltrecha flota de 40 buques mercantes (dice Pacho que eran casi 100 buques mercantes) y veinte de guerra, que no vendieron, tuvieron que aligerar sus cargas para escapar, perdieron hombre y embarcaciones, siendo sometidos a intenso fuego desde ambas orillas del río, por patriotas que sólo defendían un ideal, no de victoria, sino de Patria.
En esos tiempos tuvo el Reino Unido que negociar con Rosas la devolución de la isla Martín García y honrar nuestra enseña patria con 21 cañonazos, que tuvo que repetir luego la armada francesa. Fue la única vez en la historia que los ingleses deben desagraviar un pabellón nacional al cual quisieron humillar. Pese a ello Malvinas seguía ocupada y el gobernador Luis María Vernet, designado por Rosas y habiendo incautado la corbeta estadounidense Harrier volvió a Buenos Aires en 1831, habiendo sido atacado por el buque de guerra Lexington de la armada de los EUA, para someterla al Tribunal de Presas, siendo desconocido dicho derecho por los estadounidenses y británicos. En 1833 se consuma la invasión por la Fragata inglesa Clío a Malvinas, en momentos en que el gobernador interino era el capitán José María Pinedo.
Nunca pudo volver Vernet ni su sucesor a las Islas, sólo el gaucho Rivero ofreció resistencia hasta que fue capturado, después de haber impedido por cinco meses izar la bandera británica en las islas al retomar el gobierno transitoriamente, matando al administrador y sus colaboradores en la comandancia, izando la bandera azul y blanca de nuestro país. Lo secundaban a Rivero otros dos gauchos: Juan Brasido, y José María Luna; más 5 indios charrúas acriollados: Luciano Flores, Manuel Godoy, Felipe Salazar, Manuel González y Pascual Latorre, este último, según una fuente era en realidad de origen chileno. Todos ellos, tanto Rivero como los otros siete, eran analfabetos.
Como se observa hay batallas en la historia nacional que fijaron conductas, rescataron identidades, marcaron heroísmo, patriotismo y desprendimiento personal más allá de especulaciones políticas y coyunturales. Fueron hechos que les marcaron límites al imperio, demostraron voluntad de lucha y conmovieron las conciencias dormidas de muchos argentinos.
Los británicos persistieron en su ofensiva, lograron con ayuda portuguesa-brasilera derrocar a Rosas, corriendo un obstáculo a sus intereses, colonizaron una generación de argentinos que dio como resultado una organización nacional a su medida, con una Constitución Nacional aún vigente con modificaciones pero vicios estructurales de la dependencia del Siglo XlX, culminando con el Tratado Roca-Runciman ya en siglo XX, en mayo de 1933, firmado por Julio Argentino Roca (hijo), el entonces vicepresidente de un gobierno de la década infame del fraude y la depredación, que nos equiparaba en ese Pacto a los manejos coloniales del imperio. Ni siquiera fueron ofrecidos los beneficios de la subordinación a la Commonwealth, la comunidad de naciones asociadas a la Corona inglesa, que al día de hoy suman 53 países.
No es sólo Malvinas la historia de la colonización, como lo demostraremos en la etapa neoliberal posterior a 1976 con sus secuelas de dolor y diáspora social producida por la irrupción de las lógicas financieras y especulativas que arrasaron el modelo social construido por décadas por el pueblo argentino, después del año 1945 con una conciencia que no pudieron acallar hasta hoy, pero postergaron nuestro destino por décadas de entrega y subordinación ideológica, política y económica al “Grupo de los 7” dominante y hegemónico desde 1989 con sus herramientas extorsivas del FMI y el BM, su fuerzas armadas en la OTAN, el Consejo de Seguridad de la ONU con derecho a veto entre otras posiciones, que los británicos ostentan hasta hoy, como ayer en sus sueños imperiales. Fueron y son cómplices de los procesos militares en América Latina, son guerreros invasores del llamado por ellos, “eje del mal”, son los responsables financieros de las crisis europeas, comenzando por Irlanda, un patio trasero, endeudado y quebrado por la lógica del crédito primero y del ajuste después. Calcado en cada país, en cada intento de independencia económica o soberanía política, como declararon con la caída de Perón en 1955 en la voz de Winston Churchill en la Cámara de los Comunes, en septiembre cuando dijo:”hoy es el día mas glorioso para el Reino Unido desde la finalización de la segunda guerra mundial. Hemos derrocado al tirano Perón y lo perseguiremos mientras viva y después de muerto también para que no quede memoria viva de él”. A confesión de partes, relevo de pruebas.
Malvinas, el UNASUR, la CELAC y el marco actual
Los descubrimientos de los nuevos yacimientos petroleros en la plataforma isleña controlada por los usurpadores ha significado un impulso extraordinario a la economía de los isleños, como asimismo un despliegue impresionante de fuerzas armadas ofensivas británicas, como así también un flujo de inversiones en la constitución de un fideicomiso de 13.000 millones de dólares estadounidenses, para la explotación y desarrollo de los yacimientos. Si a estos hechos agregamos la discusión del Tratado Antártico en este año en el cual el RU reclamará sus derechos por poseer ilegalmente las Islas Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur, además de la isla Ascensión, constituyendo una base militar permanente compartida con EUA, y la isla Diego García, cuya población , igual que en Malvinas fue trasladada y reubicada, como despliegue estratégico del Atlántico Sur y proyección sobre el continente antártico, único reducto de recursos naturales a explotar por el hombre, de riquezas incalculables y sin problemas de población a resolver. El imperio sabe lo que quiere, tiene una estrategia para conseguirlo, socios para compartirlo y fuerza para llevarlo a cabo. Nosotros nos debemos una estrategia nacional y regional.
Hemos logrado en la última década construir un sistema latinoamericano de fortaleza regional apuntalado en el MERCOSUR (Mercado Común del Sur), el UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas) y la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), comunidades de naciones de diferentes signos políticos gobernantes, pero con la convicción común de ideas que rescatan los pensamientos de nuestros primeros libertadores como Simón Bolívar, José Francisco de San Martín y José Gervasio de Artigas, además de José Martí, Andrés Bello, Francisco de Miranda, Augusto César Sandino, Jorge Eliécer Gaitán, Getulio Vargas y Simón Rodríguez entre otros latinoamericanos de los siglos XlX y XX. Superando los límites iniciáticos de las relaciones comerciales, siempre tironeadas por sistemas de intereses y discusión de aranceles, el reconocimiento de una identidad regional fortalece la idea de pensar en estrategias sobre 400 millones de latinoamericanos, una escala que nunca debió ser atomizada por los imperios de turno y que hoy habiendo vencido en la puja de los tratados de libre comercio como el ALCA (Area de Libre Comercio de las Américas), intentados para soportar las crisis de los países centrales, se posiciona frente al mundo como una entidad de características globales, pero desde una óptica y una visón de defensa de los intereses comunes de los pueblos. En esa concepción el reclamo unánime de los pueblos latinoamericanos y sus gobiernos por Malvinas, es un canto de sirenas para los oídos argentinos y un mensaje al mundo que las colonizaciones no pueden superar los próximos tiempos. Ni el RU, ni España, ni Francia podrán mantener estatus colonial sobre sus territorios llamados eufemísticamente de ultramar, es decir fuera de sus fronteras territoriales como países constituidos, territorios por supuesto conquistados por la fuerza, usurpados a sus legítimos dueños y explotados por los países centrales. Los países latinoamericanos han entendido que nos intentan dividir, atomizar, balcanizar como en el siglo pasado y el anterior, pero ya hemos pasado por esas experiencias y nos encaminamos a un proceso de liberación de Malvinas.
Malvinas y las acciones a implementar
Es importante que los ingleses comprendan que nunca cejaremos en nuestros reclamos por la vía pacífica, pero que sepan también que cada día les costará más mantener sus enclaves coloniales. Ahora llaman a un plebiscito de isleños sobre sus expectativas sobre seguir siendo británicos, como lo son desde 1982 ya que antes eran sólo despreciables kelpers o sea ciudadanos de segunda categoría para la rubia Albión. La respuesta es obvia ya que hoy son los privilegiados del reino, los de mayor ingreso per cápita gracias a la depredación y el robo que ejercen sobre nuestras islas. Siendo población implantada, sólo algo menos de 3.000 habitantes con una guarnición que los iguala, no es mucho lo esperable de una jugada distractiva del primer ministro y la Corona. Todo sea por no cumplir las demandas del pleno de la ONU reiteradas hasta el cansancio y dormidas en el Consejo de Seguridad de “ellos”, los de derecho a veto. Lo mismo con las recomendaciones del Comité de Descolonización al cual le dan menos tratamiento que a un musulmán en Londres. El reino sabe lo que quiere.
¿Nosotros sabemos que queremos además de declamar la devolución en los foros internacionales?. ¿Estamos dispuestos los argentinos a asumir una posición nacional que lejos de la mediocridad cotidiana de la política doméstica, nos presente frente al mundo dispuestos a asumir responsabilidades en una lucha política destinada a recuperar las islas?. ¿Somos capaces como país de aplicar sanciones económicas a todos los capitales británicos que no sumen su voz a la restitución, además de aplicar impuestos diferenciados a las empresas que acompañen o sumen su esfuerzo en mejorar la vida de los isleños?. ¿Podemos impedir los vuelos a las islas que pasen por territorio nacional?. ¿Es una cuestión nacional hoy Malvinas, para los políticos argentinos o es sólo una fecha y una conmemoración o quizás una emoción al encuentro con el ex combatiente a quien expresamos gratitud?. ¿Podemos terminar con el comercio con el RU y hacernos cargo de las consecuencias?. ¿Se nos ocurrirá gravar las tierras ocupadas por británicos así como sus empresas y establecimientos con un impuesto llamado Malvinas, como forma de resarcir el daño ocasionado al patrimonio nacional?. ¿Elaboraremos una hipótesis de conflicto desde el Ministerio de Defensa que tenga al RU como eje de potencial enemigo, en el marco de la recuperación soberana de las islas?. ¿Evitaremos que las líneas aéreas británicas aterricen en nuestro país?. ¿Solicitaremos a nuestros hermanos latinoamericanos medidas similares que apuntalen el necesario cerco económico sobre los británicos en nuestras islas?. ¿Les responderemos con la misma moneda a los ingleses por las trabas a los viajes y radicaciones que nos imponen a los “sudacas”?. ¿Desplegaremos fuerzas militares incrementando los patrullajes aéreos en el litoral marítimo atlántico argentino como presencia soberana demostrativa de la voluntad política y del esfuerzo de recuperación de territorio nacional usurpado?.
Sin dudas para lograr ese objetivo es necesario una campaña intensa que nos convenza como argentinos que hay temas que son políticas de estado, que no se puede alentar a los Fondos Buitres en su ataque a nuestro país y reclamar luego por las islas, hay allí un divorcio esquizofrénico del pensamiento nacional. El suceso de la Fragata Libertad y las actitudes de Ghana, país perteneciente al Commonwealth, más la precipitada presencia de la fragata británica en la zona, demuestran que nada es casual para la política internacional. Los Fondos Buitres tienen sede en las islas Caimán pertenecientes al sistema de dominación del Reino Unido, allí tiene radicación los titulares de dichas empresas especializadas en la extorsión y la depredación de países en crisis.
Hay aún argentinos que creen que sólo debemos limitarnos al reclamo, otros pensamos que debemos hacerles difícil la vida sin nosotros a los isleños y sumamente costoso a la rubia Albión, el mantenimiento de su base colonial, como así también a las empresas y capitales ingleses para los cuales ganar dinero en nuestro país signifique un esfuerzo superior tributario y de tratamiento.
Muchos pondrán el grito en el cielo ante estas propuestas, pero otros compatriotas jóvenes pusieron su vida en juego y la perdieron por nosotros, otros cambiaron radicalmente sus proyectos de vida a partir de la lucha, muchos donaron sus recursos últimos, sin reconocimiento alguno en una actitud patriótica que los enaltece, pero que además genera esa tranquilidad interior de compartir con miles un sentimiento, ahora acompañado por nuestros hermanos latinoamericanos y en la última reunión CELAC-UE (Unión Europea) en un documento firmado por los países europeos excepto el RU donde se expide por la discusión bilateral sobre la soberanía en Malvinas.
Entonces la pregunta que debemos hacernos entre todos los argentinos será: ¿“es realmente Malvinas una cuestión nacional que estamos dispuestos a afrontar con medidas que nos afecten, nos duelan, nos provoque nuevos escenarios internacionales, pero que nos devuelva el orgullo de ser argentinos con voluntad política común de país digno frente a la comunidad internacional”’.
Es un desafío abierto a la discusión, pero es el pensamiento de muchos que queremos sentir vibrar la emoción de recuperar una usurpación colonial. Si los actuales habitantes de las islas quieren seguir siendo británicos, nadie se los impedirá si ejercemos soberanía plena en nuestro territorio, como hay miles de británicos que viven en nuestro país, pero los recursos, el Atlántico Sur, las Georgias, las Sándwich del Sur y nuestra presencia Antártica son por derecho propio, por historia y por presencia argentinos.
(*) Jorge Rachid. Médico sanitarista. Especialista en temas de seguridad social. Profesor en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ). Ex secretario de Prensa y Difusión. Autor de artículos periodísticos. Su libro más reciente es “La revolución nacional. Una sinfonía inconclusa”.