Hayy que reconocerlo. Las idas y venidas que provocó la supuesta carta trucha del papa Francisco a la presidenta Cristina Kirchner derivaron en un escándalo, pero el papelón no fue del gobierno argentino.
Fue un verdadero papelón diplomático, cuya responsabilidad le compete a un funcionario de la Santa Sede que habría actuado irresponsablemente al apresurarse a descalificar y desmentir una epístola papal que era auténtica, más allá de cualquier sospecha. Constituyó también una lección para este periodista, que -dejándose llevar por la contundencia de los primeros dichos del secretario de protocolo del Vaticano, Guillermo Karcher- cometió un serio error al adjudicar el papelón a la Presidencia de la Nación, en la columna publicada ayer en la edición impresa, por el que le corresponde disculparse ante lectores y funcionarios.
Aunque la intención de la Nunciatura es dar vuelta la página y dar por cerrada la polémica, ésta sigue alimentando varios enigmas y no pocas sospechas sobre la existencia de alguna pugnainterna en el Vaticano sobre las relaciones con el gobierno argentino.
El mayor interrogante es qué motivos tuvo realmente Karcher para desmentir, con términos tan rotundos como inapropiados en un responsable de protocolo del Vaticano, la existencia de la carta, tildarla de "trucha", de haber sido hecha con "mala leche" y adjudicarla a "un artista que hizo un collage". No menos extraño es que Karcher dijera posteriormente, en diálogo con la corresponsal de LA NACION en Italia, que confirmó que se trataba de una misiva falsa con el secretario personal de Francisco, el padre Fabián Pedacchio, y que éste consultó al Papa. Por si esto fuera poco, señaló que el Pontífice se quedó "atónito" al enterarse de esta cuestión y aseguró en su cuenta de Facebook: "Carta trucha! Con el Papa no se juega!!!"
Otra pregunta es si el episodio pudo deberse a que quien redactó la nota de salutación en representación del Papa no haya interpretado cabalmente lo que Francisco hubiera deseado transmitir a los argentinos en su fecha patria.
¿Pudo su contenido haber disgustado a alguien en el Vaticano, como Karcher, o incluso a Francisco, por un tono que, leído entrelíneas, parece apartarse de lo netamente protocolar y puede sonar algo crítico hacia el Gobierno?
Lo cierto es que el texto presenta aspectos que pueden interpretarse como advertencias a las autoridades nacionales y van más allá de lo simplemente protocolar. Habla del deseo de que los argentinos encontremos "caminos de convivencia pacífica, de diálogo constructivo y de mutua colaboración" y plantea la necesidad de que "crezca por doquier la solidaridad, la concordia y la justicia". En el contexto derivado del controvertido documento del Episcopado Argentino en el que se alertó que la Argentina se halla "enferma de violencia", podrían entenderse las palabras de la carta papal como una manera diplomática de cuestionar los problemas que tiene la justicia argentina y la falta de diálogo que se le ha criticado al gobierno kirchnerista.
No puede dejar de pasarse por alto que, pocos días después del citado documento del Episcopado, haya sido justamente Karcher quien intentara calmar las aguas, al afirmar que en esa declaración "no hay que buscar motivos de conflicto"..