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EL TRIBUNO
Lo que otros no dicen por miedo o por dinero nosotros lo decimos
09 de Diciembre, 2013

ES MENTIRA O VERDAD ?

Autor: bgv065, 22:22, guardado en actualidad

La pobreza en la Argentina

Una medición alternativa

(Columna de Jorge A. Paz, economista e investigador del CONICET)

Propongo en esta nota discutir el muy trajinado y maltratado tema de la pobreza en la Argentina. Considero que hay aristas que no dejan pensar adecuadamente el problema, que mantienen vigente el debate y que advierten acerca de la necesidad de acción inmediata. Por ejemplo, en la Argentina no hemos logrado siquiera acuerdo en una cifra, con lo importante que eso resulta. La cifra es el dato elemental, el átomo del problema, el punto que permite abrir el debate, buscar la solución e implementarla.

En contraposición, hemos pasado meses debatiendo acerca de la posibilidad de comer con seis pesos por día (no está demás aclarar que ese es aproximadamente el umbral que utiliza el Banco Mundial para medir la pobreza). Sostengo aquí que discusiones como las del dólar por día son completamente inconducentes. Por ese motivo voy a proponer contestar tres preguntas centrales: ¿A cuánto asciende la pobreza? ¿Quiénes son? ¿Cuán intensa es la pobreza?

¿Cuántos?

Según mis cálculos, la pobreza en la Argentina se sitúa en torno al 17,5%. Esto quiere decir, simplemente, que 17 o 18 personas de cada 100 en el país son pobres. También puedo afirmar que hay una fuerte disparidad regional, con extremos mínimos de 3,7% (Tierra del Fuego) y máximos de 37,3% (Chaco). Pero antes de continuar creo necesario aclarar qué significa en este contexto “ser pobre”. Significa estrictamente que el ingreso monetario que perciben las personas (por trabajo, jubilación, programa gubernamental, etcétera) no es suficiente para comprar los bienes y servicios indispensables y básicos. Por eso se bautiza este tipo de pobreza como “pobreza monetaria” o “pobreza por ingresos” para diferenciarla de otro tipo que mira más la calidad de la vivienda, la asistencia escolar de los niños y otras variables.

Además de lo abultada de esta cifra hay un problema importante que mencionar: no concuerda con la oficial. El valor que surge de utilizar la línea de pobreza reconocida por el Gobierno es del 5,9%, es decir, 11,6 puntos porcentuales menos que los computados por mí con idénticos datos y sólo modificando el valor del umbral. La diferencia no es menor, porque considerada en términos absolutos, de adoptarse la cifra oficial, se estarían dejando fuera de la pobreza a más de 4,4 millones de personas.

¿Quiénes?

Propongo caracterizar a las personas que quedan fuera del foco del Gobierno; es decir, visibilizar a los pobres estadísticamente invisibles para el Gobierno. Así, uno de cada tres de esos “pobres invisibles” son niños en edad escolar, y seis de cada diez tienen menos de 24 años de edad. Los jefes de esos hogares pobres tienen en promedio 8,5 años de educación, dos menos que los jefes de los hogares no pobres. Se trata en su mayoría de hogares numerosos, en muchos de los cuales es la mujer quien soporta la carga demográfica. A la mayor cantidad de niños que debe atender, se suman los adultos mayores que carecen de ingresos para ser atendidos en instituciones específicas y especializadas.

El excesivo número de horas que algunos miembros activos del hogar (principalmente mujeres, repito) deben dedicar a tareas de cuidado, obstruye la posibilidad de obtener ingresos y (algo que es muy grave) buena parte de ellas han respondido en entrevistas focalizadas que la ayuda social es el ingreso principal y más estable del hogar; esto es, no una “ayuda” que eventualmente debería desaparecer. En términos de características distintivas, los pobres invisibles son muy parecidos (podría decirse idénticos) a los pobres visibles. La diferencia que los estaría separando es que a un grupo se los reconoce como pobres (al 5,9%), mientras que al otro no (al 11,6%).

¿Cuán intensa es la pobreza?

Una manera posible de contestar esta pregunta es comparando la distancia que separa el ingreso de los pobres del umbral que, eventualmente, los liberaría de la pobreza. Por ejemplo, si un hogar necesita $3.000 para satisfacer sus necesidades básicas y percibe $1.000 por mes, la distancia (o brecha) que separa ese ingreso del umbral sería del 67% del valor de la línea (la cuenta es muy simple: 2.000/3.000 multiplicado por cien). Nótese que si el ingreso se reduce, por ejemplo a $500, la brecha se amplía a 83%. Además, esta manera de proceder permite aproximar cuánto costaría erradicar la pobreza. Sólo se necesitaría el dato del umbral promedio de pobreza para el conjunto de población pobre. La intensidad de la pobreza así medida alcanzaría al 37,6%. Si, en lugar del umbral usado para este cálcu lo se usa la línea del Gobierno, la intensidad es levemente mayor: 42,5%. Insisto, esta es la distancia que separa el ingreso de los pobres de aquel valor que los liberaría de la pobreza.

Si se centra la atención sólo en la franja de los llamados aquí “pobres invisibles” se obtiene un resultado curioso: la intensidad de la pobreza baja al 22%, lo que es una diferencia considerable en el momento de decidir políticas públicas. Es decir que esos 4,4 millones de pobres no reconocidos por las cifras oficiales están muchísimo más cerca del umbral de pobreza que los “pobres visibles”. Dicho de otra manera, los “pobres visibles” (el 5,9% reconocido por el Gobierno) son más intensamente pobres que los “pobres invisibles”.

Misceláneas

Un dato más: en 2010 la pobreza en el país era del 21% y superaba el 40% en Corrientes y Chaco. Es decir que ha disminuido en los últimos dos años; levemente, pero ha cedido. Sin embargo, la intensidad ha permanecido estable en torno al 38%. Dado que los ingresos nominales se han estado ajustando en los últimos tiempos se podría, en principio, adjudicar al proceso inflacionario la situación actual. El aumento de los precios empuja al alza el valor del umbral y convierte la situación de los pobres en una suerte de Peñasco de Sísifo.

Entonces, a la intranquilidad que provoca a muchos (unos tantos) si se puede comer o no $6 por día, habría que anteponer el dato de cuántos la están pasando mal en el país en estos tiempos y cuán mal lo están pasando (intensidad). A esto debería sumarse que hay un grupo de pobres que además del malestar provocado por la pobreza no son considerados pobres por muchos (otros tantos). El problema es que esos muchos son, precisamente, los que deben decidir acciones que pueden ayudarlos.

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