EL NUEVO CÓDIGO PENAL NECESITA CONCENSO

La última paradoja del kirchnerismo es que se ha propuesto tomar iniciativas para el largo plazo cuando lo que urge en tiempos de crisis es el corto plazo. No está mal reformar el Código Penal modernizando una legislación desactualizada ni tampoco establecer penas más duras a aquellos empresarios que pagan coimas o contaminan el medio ambiente. Pero los cambios previstos en el anteproyecto oficialista no ofrecen garantías para ponerle freno a la inseguridad o al crecimiento del narcotráfico. Y tampoco se advierten respuestas para la inflación galopante o los síntomas de recesión creciente en el capítulo dedicado a los empresas que hoy publica El Cronista.

Semejantes reformas de fondo se ponen en marcha cuando la aceptación social de un Gobierno es alta o cuando la economía está en ascenso. La gestión de Cristina Kirchner no reúne hoy ninguna de estas condiciones. De todos modos, en tiempos de transición, los presidentes siempre tienen a mano consensuar los cambios con la oposición dándole la legitimidad que no le pueden otorgar por sí mismos. Tendrá que modificar mucho su estilo la Presidenta si pretende que el nuevo Código Penal convoque las expectativas de todos los argentinos.