Reportando desde Cambridge, Estados Unidos
Pasamos la semana con editores económicos de todo el mundo en un fabuloso complejo a las orillas de la bahía de Chesapeake en el estado de Maryland, Estados Unidos. Todos, sin excepción, intentaron entender cómo manejábamos nuestro negocio en un país con un 40% de inflación, control de cambios y devaluación constante. Todos sin excepción seguían las locuras argentinas y nos preguntaron si era el momento para comprar propiedades en el país.
Nuestra respuesta fue siempre la misma: “No, no es el momento. Tal vez más cerca de las elecciones, pero aún no es el momento. Los precios bajaron, pero tendrían que bajar más cuando la gran corrección comience en la economía argentina”. Un avispado editor irlandés con el que charlaba en el imponente bar del hotel y que miraba la bahía me dijo: “¡Pero me venís diciendo lo mismo desde hace dos años y el momento parece no llegar nunca!”.
Luego de tomar otro trago de mi vaso de whisky, de tal forma de juntar energías para una respuesta nada simple, le digo: “Es cierto, este Gobierno tiene un poder de supervivencia sorprendente. Desarrollaron el arte de patear los problemas para adelante de una forma nunca vista, pero la corrección no puede dejar de llegar. Hoy no hay casi operaciones inmobiliarias en Buenos Aires. Es decir, hay muy poca demanda. La oferta también es poca, por eso los precios no bajan tanto, pero cuando le economía termine de derrumbarse, cuando la gente tenga menos dinero del que tiene ahora, van a aparecer aquéllos que necesiten vender su propiedad para subsistir. Es decir va a aumentar la oferta. Y cuando esto ocurra, allí será el momento de comprar. Si luego todo sale bien, se repetirá la historia de 2002. Los precios subirán muy rápido. La inversión puede ser excelente”.
Mi respuesta parece no convencer al editor irlandés, que me mira con ternura. No sé si porque piensa que todos los argentinos estamos un poco locos… o porque no entiende cómo intento seguir buscando explicaciones racionales a la irracionalidad argentina. Pero por suerte pasamos a otro tema y empezamos a hablar de los llamados fondos soberanos que están construyendo varios países.
Estos son fondos que deciden armar los estados para acumular dinero para invertir y utilizarlo como reserva para momentos difíciles. Hablamos del tema con el escéptico editor irlandés y con un disciplinado alemán que tomaba una cerveza tras otra pero que no perdía la línea. Nos sorprendíamos sobre cómo estos fondos pueden convertirse en una herramienta para asegurar la estabilidad de los países y nos detuvimos especialmente en el increíble caso de Noruega.
¿Sabe cuánto dinero tiene en su fondo soberano? A la fecha acumula US$ 800.000 millones y se espera que en el año 2020 tenga US$ 1 billón. La fórmula del Gobierno noruego para acumular tanto dinero es bien simple: desde 1990 destina todos los ingresos que el Gobierno obtiene de sus recursos naturales -el petróleo y el gas- a ese fondo. Y esto no es poco dinero: se calcula que Noruega genera hoy US$ 1.000 millones semanales.
¿Para qué ahorran tanto? El país se está preparando para cuando no tengan más petróleo, porque, como todos sabemos, éste en algún momento se acaba. En vez de gastar ese dinero como lo hace Venezuela, por ejemplo, ellos eligen ahorrar. Y gracias a esto su economía es un ejemplo no sólo de prosperidad sino también de estabilidad.
El jueves por la tarde, cuando estaba volviendo a casa en avión, me quedé pensando sobre esa conversación que tuve con el irlandés y el alemán. Y pensaba cosas como por ejemplo: ¿Por qué los argentinos somos tan diferentes a los noruegos? ¿Si ambos tenemos recursos naturales? ¿Por qué mientras nosotros decidimos gastar hasta lo que no tenemos, ellos implementan una estrategia pensada para los nietos de sus hijos? ¿Por qué nosotros somos el paraíso de los fondos buitres que apuestan en contra de gobiernos corruptos e ineptos y ellos son el paraíso de la inversión profesional y rentable?
Seguramente cada uno de nosotros tenga una respuesta diferente para explicar estos contrastes y, en último caso, esas respuestas no importarán tanto. Pero lo que sí terminará importando, y mucho, es lo que podemos hacer por nuestro futuro. Lo que podemos construir ya no por nuestro propio porvenir financiero sino por el de nuestros hijos o nietos.
¿Y si implementamos el mismo sistema que los noruegos? ¿Si ellos pueden por qué nosotros no vamos a poder? ¿Queremos cambiar el futuro de la Argentina para siempre? ¿Queremos que nuestros hijos o nietos tengan un país semejante a Noruega o Suiza dentro de 30 o 40 años?
Bueno, la formula es bien simple. Armemos un fondo soberano igual que el que armaron los noruegos. Apliquemos la misma regla que los nórdicos: destinemos todos los ingresos de nuestros recursos naturales, a partir del próximo Gobierno, a armar nuestro fondo soberano que nos asegure estabilidad económica para siempre.
¿Le parece que no tenemos tanto dinero como los noruegos? Se va a sorprender de lo que podemos juntar si nos lo proponemos. Le pedí al equipo de investigación de Inversor Global que calcule cuánto dinero podríamos juntar durante la próxima década y los resultados fueron sorprendentes.
Primero, calculamos cuál será el ingreso que obtendrá el estado argentino de los impuestos a la explotación de nuestros recursos naturales y obtuvimos los siguientes números: