07/12/13
–¿Cuál es su análisis de los hechos de Córdoba?
–Sin duda, se trata de un caso que tuvo detonantes particulares como fue haber dejado al espacio público sin protección y a merced de la delincuencia social, pero esto no explica la magnitud del fenómeno ni su extensión y gravedad. La explosión social sin reivindicación económica ni política manifiesta es una amenaza creciente en la Argentina.
–La deuda social…
–Estos treinta años de democracia no sólo no han sabido revertir el problema, sino que han agravando las condiciones de exclusión de esa parte de la población que es “sobrante” para el sistema.
–¿Y los “sobrantes” reaccionan?
–Demandan las promesas incumplidas que le hace la política.
–Pero llevarse electrodomésticos no denota hambre…
–La violencia social así como la delincuencia no tienen como causa el hambre, la inflación ni la pobreza económica. Si bien tales problemas forman parte las condiciones que estimulan la extensión del fenómeno, no son la causa. El hecho de que los saqueos sean una constante se explica por los niveles de desigualdad social que esta misma sociedad y sus dirigencias han permitido, avalado y protagonizado.
–¿Algo más?
–Sí: Quizás lo más sorprendente de este escenario es que buena parte de los sectores medios y de las clases dirigentes no han todavía acusado recibo de esta ruptura estructural potencialmente explosiva.
