Alguien le habrá contado a Angela Merkel que el jefe de los ministros de la Argentina acusó a su gobierno de comulgar con los fondos buitre? Y si se lo contaron: ¿qué habrá pensado?
En palabras de Capitanich: el gobierno alemán tiene “una actitud hostil” y lleva adelante acciones “favorables” a los buitres. Todo porque un ministro de Merkel habría dicho que la Argentina “es un ejemplo de falta de solidez”. El habría es porque quienes dicen que el ministro dijo lo que dicen que dijo son los propios fondos buitre (ver pág. 9).
Por algo parecido, el escarmiento mediático lo alcanzó al embajador interino de los Estados Unidos. Timerman incluso amenazó con expulsarlo del país. ¿Qué había dicho? Que a la Argentina le convenía “salir del default”. Kicillof explicó el pecado del diplomático: hablar del default cuando para el Gobierno no existe ningún default.
Capitanich, Timerman y Kicillof son algunos de los muchos funcionarios que aparecieron ayer en el suplemento de 8 páginas que el Gobierno pagó en el USA Today.
Adivinen quién no está. Fácil: el vicepresidente Boudou (ver pág. 9).
El kirchnerismo gasta dólares que nos faltan para elogiarse a sí mismo en diarios extranjeros. Pero si esa publicidad sirviera para algo es poco o nada al lado del daño de agredir a medio mundo.
A Cristina se le cayó una ídola: Alemania era un ejemplo a seguir. Es seguro que Merkel está al tanto de lo que dijo Capitanich. Hasta ahora, prefirió ignorarlo.
Timerman primero y Capitanich después asociaron a Estados Unidos y Alemania con los fondos buitre. Cristina puso el broche final: los comparó con el terrorismo.
Es el riesgo de confundir consignas para consumo interno con la política exterior. Y eso no es progresismo, es infantilismo.
Con panfletos se puede conseguir más adhesión de los que ya están adheridos. Lo que no se puede es resolver los problemas y el que muestra como pocos el divorcio entre el discurso y la realidad es el del dólar, que ayer rozó los $ 16. Todos saben qué pasa: el Gobierno mete cada vez más pesos en una economía que le escapa a los pesos y a la que le faltan dólares y como los pesos no tienen adonde ir, van al dólar. De ese mundo y de manual básico, es que una brecha del casi 90% impulsa siempre expectativas de devaluación.
En cualquier gobierno, un escenario semejante sería difícil de manejar. Hasta para equipos experimentados, que no es lo que hay en Economía. La prueba, a la vista: en lugar de resolver los problemas sólo ha conseguido acentuarlos. Encima tiene los semáforos mal sincronizados con los del Central. Cristina también es parte del problema. ¿Está subinformada? Quizá no le cuentan o no le cuentan todo. No para protegerla sino para protegerse de ella. La Presidente puede seguir pateando la pelota afuera. Pero seguirá en su propio campo