Escribe Néstor Pitrola (*)
La designación de César Milani, represor de la dictadura y jefe de inteligencia militar, como Jefe del Ejército, ha venido a dar cuenta, a 30 años de la caída de la dictadura, de la continuidad histórica del aparato represivo y del carácter del régimen constitucional que emergió en 1983. Nacido de la derrota nacional de Malvinas, el régimen constitucional garantizó la impunidad del cuerpo represivo, al que las leyes de impunidad, pactadas en la Semana Santa de Alfonsín y Manzano ante la rebelión carapintada, hicieron de puente durante 20 años. Arrancada su anulación por medio de la tenaz lucha popular, hoy el 80% de los represores están libres. Milani representa, justamente, los servicios de inteligencia que siguen actuando contra el movimiento popular, como se probó con Proyecto X y cuyos archivos jamás fueron abiertos. Miles de policías del gatillo fácil y de la represión a las luchas populares, provienen de la época de la dictadura. El 80% del cuerpo legal argentino proviene de aquella época lo mismo que buena parte de un poder judicial de carácter vitalicio.
Por otra parte, el régimen post Malvinas abrió una nueva etapa de penetración del capital extranjero y de subordinación nacional geopolítica al imperialismo en general y al norteamericano en particular. Rescató integralmente la deuda externa privada que estatizó la dictadura con Cavallo al frente del Banco Central, mediante un seguro de cambio. Esta deuda usuraria establece un hilo conductor de la dependencia argentina, varias veces pagada y rescatada, mediante la capitalización (plan Brady) por la cual se remataron las empresas públicas, luego a través del megacanje, el blindaje, hasta los canjes 1 y 2 del gobierno kirchnerista. Y llegamos, a 30 años del primer rescate de la democracia a la banca acreedora a la nueva crisis de deuda. Esta vez bajo la forma del fracaso de la política "nacional y popular" de desendeudamiento. Tras la sangría del pago "serial" de 175 mil millones de dólares, el país debe más que antes y oficialismo y oposición promueven renovar la hipoteca nacional: tercer canje ya votado por kirchneristas, radicales, massistas y macristas a favor de los fondos buitre, pago a los fraudulentos juicos del Ciadi, asunción de la deuda con el Club de París.
El régimen de emergencia montado por el kirchnerismo tras la rebelión popular de 2001, vino así a reconstruir la autoridad del Estado pero no contra los vaciadores de la Nación, sino contra las masas trabajadoras, garantizando el rescate de las privatizaciones de los 90 y el saqueo de los recursos estratégicos, rescatando a la banca acreedora y agravando el edificio de flexibilidad laboral impuesto en asociación con la burocracia sindical. La "reconstrucción" de la burguesía nacional por parte del kirchnerismo ha concluido en una nueva crisis devaluatoria, en una inflación galopante, en el vaciamiento del Anses a costa de la miseria de los jubilados, de tal suerte que el 60% de los trabajadores ganan menos de la mitad de una canasta familiar.
Una vez más, los partidos que nos gobernaron durante los últimos 30 años, peronismo, radicalismo, centroizquierda, como lo han hecho periódicamente, nos ponen en los umbrales de una nueva crisis social. Se unen en una política de ajuste contra el pueblo trabajador a la que se vuelcan el gobierno nacional y los gobernadores de distinto signo. Una vez más apelando a la contención de una burocracia sindical, empresarial, corrupta y basada en patotas, que, desde la colaboración de buena parte de ella como "asesora" de las intervenciones militares en los sindicatos y más atrás como delatora de las Tres A, ha llegado al día de hoy como sostén de todos los regímenes antiobreros.
La presente crisis política, inflacionaria y social, que ha tenido expresión en levantamientos policiales en 17 provincias, en este 10 diciembre, expresa una descomposición del régimen social y político vigente. Las fuerzas de represión, destinadas a garantizar la "paz social" frente a una desvalorización histórica del ingreso popular a favor del capital (inflación mayor al 30%), han perforado el ajuste, cuando el gobierno pretende imponer topes salariales del 20%. A la derrota electoral y la disolución del centro político presidencial, se suma este fracaso del nuevo jefe de gabinete que trata de basarse en una liga de gobernadores pejotistas. La crisis deja en evidencia, que la derrota electoral del kirchnerismo el pasado 27 de octubre marca el agotamiento de toda la etapa democratizante iniciada en 1983, marcada por la disgregación de los partidos tradicionales.
Las victorias electorales del Frente de Izquierda el 27 de octubre y la posterior victoria del Partido Obrero en Salta, han venido a dar cuenta, por izquierda, de este proceso político. En lo inmediato, como un poderoso pronunciamiento popular de advertencia contra el ajuste. Abriendo una nueva etapa para la expulsión de la burocracia sindical y la reorganización clasista del movimiento obrero. En relación a transición política iniciada, ampliando extraordinariamente el campo para la construcción de un nuevo movimiento popular en la Argentina, esta vez con banderas socialistas, dirigido por la clase obrera.
(*) Néstor Pitrola es diputado nacional por el Frente de Izquierda y los trabajadores.
